El 20 de diciembre de 2013, la Asamblea General de la ONU, decidió proclamar el 3 de marzo como el Día Mundial de la Naturaleza con el objetivo de concienciar acerca del valor de la fauna y la flora salvajes. La fecha elegida marca el aniversario de la aprobación en 1973 de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres.
Esta ocasión nos brinda la oportunidad de celebrar la belleza y la diversidad de flora y fauna que tenemos en cada ecosistema que nos rodea y nos envuelve. En las ciudades, tenemos unos ecosistemas muy particulares, donde la vida se abre paso a pesar de las muchas dificultades.
Unas herramientas muy usadas en la Educación Ambiental y la Educación para la Sostenibilidad son los bioindicadores. Los bioindicadores indican diferentes aspectos clave para valorar la calidad de la vida urbana. Son organismos muy sensibles a los cambios ambientales de su entorno. Así, pueden mostrar la calidad del aire, la calidad de las aguas o del saneamiento o la calidad del suelo.
Algunos bioindicadores pueden ser:
- Las setas: son claros bioindicadores de calidad del suelo y diversidad de nutrientes, ya que surgen como parte de una biodiversidad rica y muy interrelacionada con suelo, árboles, arbustos y otros seres vivos. Si hay setas en una zona verde, hay cierta calidad del suelo.
- Las mariposas y otros insectos como las avispas o las abejas: son bioindicadores de diversidad de flora y fundamentales como principales polinizadores de muchas especies. Además, son bastante sensibles a la contaminación y los pesticidas y otros químicos, por lo que su presencia indicará buena calidad del aire y del suelo.
- Los líquenes: son bioindicadores bastante fiables de la calidad del aire. Ciertas especies de líquenes sufren mucho con la contaminación y desaparecen, por lo que estudiar su presencia puede indicar las zonas más afectadas por la polución en las ciudades.
Destacamos el proyecto Liquencity, que estudia la diversidad de líquenes urbanos para conocer la calidad del aire en la ciudad. Es un proyecto de ciencia ciudadana que busca la participación de los habitantes de las ciudades de Madrid y Barcelona para colaborar con expertos liquenólogos y averiguar entre todos cuál es la diversidad de líquenes en los barrios de ambas ciudades. Como proyecto piloto, permitiría hacer un mapeo de las zonas más contaminadas de cada ciudad.
Hoy más que nunca, la ciencia ciudadana y la participación de cada persona se hace vital para una Educación Ambiental y una Educación para la Sostenibilidad lo más activas y transformadoras posibles. Anímate también a realizar actividades de los Centros de Información y Educación Ambiental en estas fechas primaverales y… ¡a seguir aprendiendo!
Héctor Molero Lombarte